Llega un momento en toda relación de pareja en la que se plantea un viaje romántico. Esta puede resultar una gran experiencia o un desastre total y absoluto, por eso conviene planearlo con calma pero sin agobiarse con que todos los planes salgan según lo previsto. Planifique pero déjese llevar, es la clave.
Ir de viaje también supone stress: escoger el destino, reservar el hotel, comprar billetes, hacer maletas…eso unido a que seguramente pase más horas seguidas junto a su pareja de las habituales y eso puede hacer que haya roces entre ustedes, así que tómeselo con tranquilidad.
Lo mejor es no agobiarse pensando que todo tiene que salir bien. Aunque a veces nos gustaría, no vivimos en una comedia romántica sino en la vida real y es normal que a veces las cosas se tuerzan o surjan imprevistos que hagan que tengamos que modificar nuestros planes. No pasa nada, el viaje o las vacaciones tienen que servir para que nos relajemos no para que volvamos más nerviosos de lo que nos fuimos.
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